La montaña olvidada: geopolítica cotidiana en Sarajevo
“¿Sabes cuándo fue la última vez que subí al Trebević? Febrero ’92. Antes iba todos los fines de semana con mi padre. Nunca más he vuelto. Desde ahí cayeron sobre el techo de mi casa 22 granadas. Ahora lo veo todos los días desde mi ventana y quiero sólo que desaparezca”. Bojan, sarajevita de 30 años.
Los habitantes de Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) ya no suben al monte Trebević, aunque la guerra acabó ya hace 15 años; los restaurantes panorámicos están destrozados, el teleférico que conectaba la montaña a la ciudad no ha vuelto a funcionar, y sobretodo hay zonas en qué aún podría haber minas. Pero no es por falta de dinero que las autoridades federales mantienen el Trebević en este estado de "tierra de nadie": la ciudad dividida conviene a ambos nacionalismos, y una barrera invisible que separe "nosotros" de "ellos" debilita (¡mina!) el proyecto de convivencia postbélico y el sueño de una ciudad que vuelva a ser universal.