Hay vida en la laguna

En la isla de Poveglia, por lo visto, hay fantasmas.

Venecia es una ciudad que normalmente se considera acabada. Su destino parece tan ineludible – morir de éxito, convertirse en escenografía, en una pantomima a uso y consumo de los turistas – que ya ni se intenta imaginar un futuro diferente. Al éxodo implacable de los habitantes, ahora a sus mínimos históricos (menos de 60.000 locales viven en Venecia) se opone el peso insostenible del turismo: en 2013 hubo 30 millones de visitantes, quizás hasta 40.

“¡Es que vosotros vivís del turismo!”, te dicen, y uno no sabe muy bien cómo rebatir. Y, sin embargo, será la crisis, será que toda gloria es fugaz, será el agobio de los pocos residentes que quedan: pero algo se está moviendo en la laguna. Están surgiendo iniciativas de gestión cultural desde abajo, talleres de ciudadanía en espacios liberados (Laboratorio Occupato Morion, Sale Docks y Teatro Marinoni entre otros), y un eficaz movimiento de protesta contra el paso de los grandes cruceros; la última iniciativa, la menos esperada, la más utópica, es de una asociación que propone ¡comprar colectivamente el usufructo de una isla! La Associazione Poveglia ha nacido a principios de Abril por iniciativa de quince ciudadanos de la Giudecca, para evitar que una multinacional hotelera se apodere de este trozo de laguna que el estado italiano ha subastado (supuestamente para pagar las deudas públicas).

En menos de un mes de vida el éxito ha sido tan grande, que a la hora de recoger dinero los 20.000 euros para participar a la subasta se han alcanzado en tres horas. Ahora hay una página web para pagar la inscripción en línea, y si no se ganara la subasta, las cuotas se devolverán casi integralmente. Pero, como escribió uno de los muchos inscritos a la increíble iniciativa, espero que no me los devolváis nunca.