En Roma la gentrificación se extiende en círculos alrededor del agujero negro del centro histórico, atacando barrios que hasta hace poco se consideraban periferia. En
Tor Pignattara, el barrio más densificado y
poliglota de Roma, los especuladores immobiliarios dividen los
palazzi en unidades habitativas más pequeñas, y amenazando las pocas casitas bajas que quedan de pie:
las siguen llamando "baracche" para legitimar su paulatina demolición y sustitución por
palazzi. Criminalidad organizada y
neofascismo se extienden en un territorio que había sido "rojo", mientras
los políticos apruevan un "piano casa" que no contiene ningun urbanismo, y que legaliza todo tipo de operaciones especulativas viejas y nuevas. La resistencia pero también empieza a organizarse.