‘Sacar al pájaro’. Estigmatización y espacio público en el Besós, Barcelona – José Mansilla

Foto: José Mansilla

I Jornadas sobre Márgenes y Periferias Urbanas

Lo que para algunos puede ser una supervivencia, esto es, un fenómeno social propio de supuestas etapas previas de la evolución social, fases superadas -y atrasadas- por la actual civilización urbana occidental, para otros es, simplemente, una forma de vida. El pensamiento higienista y la moral actual, heredera de las revoluciones burguesas de los Siglos XVII y XIX, han conformado un sentir hegemónico que ha aparcado, en gran medida, la relación humano-animal en torno a dos grandes ejes: el de su relación con la alimentación, donde el trato con los animales ha sido ocultado de los ojos, siempre sensibles, de la sociedad contemporánea, y el de una cierta idealización de la vida rural, un entronamiento de la naturaleza que olvida que, en casi la totalidad del planeta, los paisajes actuales son herederos, precisamente, de una actividad humana continuada. 

Entre ambos, podría situarse el fenómeno de “sacar al pájaro”, actividad que consiste, de manera básica, en la cría, exhibición y, en ocasiones, competencia en el canto de determinadas especies de fringílidos, género aviar que incluye, entre otros, a los jilgueros, pardillos y verderones. Esta afición, aún visible en gran parte de la periferia de ciudades como Barcelona, viene siendo acusada, desde hace años, de ser un ataque directo contra la fauna silvestre -se trata de aves que no se crían en cautividad, en su gran mayoría, sino que son cazadas en el campo-, además de suponer una forma concreta de maltrato animal. Nuestra sociedad bienpensante añade, además, otro elemento: el de rechazar la participación de la misma en el menú de acciones posibles a realizar en el espacio urbano. Para ello, desde determinados sectores, principalmente las clases medias urbanas y educadas, se desprende todo un relato simbólico que vincula este tipo de prácticas con otras de carácter estigmatizante, las cuales van desde su relación con el tráfico de drogas, hasta su no consideración como prácticas autóctonas, o nacionales, pasando por el hecho de que “hacen feo” o contienen potentes sesgos de género. 

Sea como sea, lo cierto es que, en particular, ambas márgenes del río Besòs, en su desembocadura en el Mediterráneo, son áreas donde este tipo de prácticas se hacen muy visibles y evidencian, una vez más, que su clasificación, junto a otras, como supervivencia, responde más a dinámicas de estigmatización y clasismo que a otro tipo de casuísticas.