La paciencia y la promesa: ver pasar los trenes sobre un puente

Foto: Obras de construcción de La Sagrera, Enero de 2021. Fuente: Iván Ramírez.

Iván Ramírez Osorio
Universitat de Barcelona

Los procesos infraestructurales, a menudo ignorados y asociados a discursos desarrollistas, suelen hacerse evidentes en su fracaso, en sus falencias a la hora de alcanzar sus promesas, a la hora de llenar las expectativas que, en sus facetas embrionarias, profesan, exponen y delimitan (Gupta, 2018). Esta lógica ciñe tanto a las pequeñas infraestructuras, como pueden ser los centros de atención médica de barrios o zonas poco pobladas o las escuelas barriales urbanas y rurales, como a las grandes infraestructuras tales como las estaciones de autobuses y de trenes, los aeropuertos, las grandes fábricas de producción o las enormes autopistas construidas para la movilidad automotriz.

Los procesos infraestructurales poseen su propia temporalidad, transgreden los tiempos de gobierno, los tiempos del mercado y se establecen como un puente entre diversas temporalidades. Así, hablar de tiempo infraestructural es hablar de un tiempo que se asocia a la planeación, el ascenso y la caída de los procesos infraestructurales (Appel, 2018). La infraestructura se extiende mediante tentáculos y asociaciones que superan su materialidad física, que le permiten ejercer, a la vez, de sistema y de ente sistematizado, que configura formas de habitar las ciudades y los pueblos que se asocian a esta materialidad (Larkin, 2013). Hablo entonces de la infraestructura como una entidad que se entiende en asociación a discursos políticos, a ideales poéticos y a formas de co-construcción de la ciudad que se transforman y se mueven de manera constante. Cuando los ideales y discursos se transforman en promesas no cumplidas y la infraestructura, generalmente ignorada, se hace evidente en su fracaso, en su incapacidad de dar forma material a lo dicho, a lo soñado, lo vivido y lo imaginado.

El caso de La Estación de Trenes de Alta Velocidad del barrio de La Sagrera, en la ciudad de Barcelona, es un claro ejemplo del fracaso de la infraestructura, del tiempo infraestructural y de las promesas que se han ido transformando y mutando a lo largo de los más de 30 años de gestación del proyecto de construcción de La Estación. En primer lugar, se habla de fracaso porque La Estación no termina de llegar, porque los problemas que prometía solucionar han sido sorteados, por el barrio y las personas que lo habitan, de maneras diferentes, mediante otra serie de procesos asociativos. Se habla de fracaso por la interconexión caótica que se presenta entre las entidades de gobierno de la ciudad, del gobierno autónomo y por su quebrada relación con el Estado Español, por la ausencia de respuestas claras y por el desvanecimiento en el aire de todos los discursos de progreso, crecimiento y bienestar que sólidamente se gestaron durante el auge del espíritu olímpico en la ciudad de Barcelona. Se habla de un tiempo infraestructural, en segundo lugar, porque en los fracasos de La Estación de La Sagrera se ha hecho evidente lo efímero de los proyectos políticos que disputan constantemente por apropiarse del éxito y el mérito de la construcción de la gran estación. Se ha hecho evidente que el tiempo de construcción de la infraestructura y su mantenimiento es de carácter relacional (relacionado con una amplia multiplicidad de entidades) al ver cómo se han modificado los discurso con relación al proyecto después de la crisis económica y la crisis de vivienda que se vivió en Catalunya en las primeras décadas del siglo XXI. Por último, en tercer lugar, se habla de las promesas de la infraestructura porque estas se generan y se destruyen constantemente con relación al proceso de construcción que nunca termina y que transforma las ilusiones en frustraciones, que transforma las ansias de co-habitar con La Estación en un proceso constante de reclamación y de resignación, un constante redescubrimiento del fracaso y la eterna gestación de nuevos sueños y pequeñas ilusiones. En muchas situaciones, quienes esperan la finalización de la construcción, piensan que, como Vladimir y Estragón personajes de la reconocida obra de Samuel Beckett, Esperando a Godot, se encuentran en un proceso de espera que no tiene sentido desde su concepción, que no presenta un panorama esperanzador y que, a dolor de estas personas, parece, cada día que pasa, corroe capacidad de vivir y de existir en el barrio y de darle un sentido al mundo que les rodea y a las cosas que desean y esperan. Así, como Vladimir y Estragón, se alza ante las personas que co-habitan el proceso de construcción de la estación una falsa disyuntiva: esperar o morir.

Iván Ramírez Osorio

* Escrito producto de una investigación etnográfica realizada en el barrio de La Sagrera para optar por el título de Máster en antropología y etnografía en la Universitat de Barcelona.

Bibliografía

Appel, H. (2018). Infrastructural Time. En N. Anand, H. Appel, & A. Gupta (Edits.), The promise of Infrastructure (págs. 41-61). Duke: Duke University Press.

Gupta, A. (2018). The Future in Ruins: Thoughts on the Temporality of Infrastructure. En N. Anand, H. Appel, & A. Gupta (Edits.), The Promise of Infrastructure (págs. 62-79). Duke: Duke Press University.

Larkin, B. (2013). The Politics and Poetics of Infrastructure. The Annual Review of Anthropology, 326-343.